Bomba de tiempo para que mueran nuestros humedales
Los humedales son más que simples cuerpos de agua; son el corazón palpitante de nuestra identidad, el alma misma de nuestro municipio. Su importancia trasciende los límites geográficos, manifestándose en la próspera demanda turística que atraen a nuestro querido territorio. Sin embargo, a pesar de su valor incalculable, presenciamos con tristeza cómo estos oasis de vida se desvanecen ante nuestros ojos.
Hemos permitido que las acequias se sequen, que nuestros nogales se marchiten y que las lagunas se conviertan en lechos secos. Recordamos con pesar la devastadora desaparición de la laguna grande en 2006, y el lamento de las tortugas y peces en la laguna Churince. A punto estuvimos de perder el Pozo de la Becerra, pero logramos detener su declive. No obstante, el desafío persiste y la amenaza acecha.
La eminente bióloga de la UNAM, Valeria Souza, una incansable defensora de nuestros humedales, ha sido testigo de innumerables agresiones contra este invaluable tesoro. Después de incontables esfuerzos por protegerlos, ha llegado a la dolorosa conclusión de que la batalla está perdida. Con tristeza en sus palabras, nos advierte: «Al resto del valle le quedan cuatro o cinco años de vida». Es hora de unirnos como sociedad, como comunidad, y exigir que la protección de los humedales sea una prioridad ineludible para los próximos gobiernos.
El momento de actuar es ahora. Debemos detener de una vez por todas esta paulatina extinción, pues si no lo hacemos, nos enfrentaremos a un futuro sombrío y desolador. Es hora de despertar, de levantarnos con determinación y proteger aquello que nos define como cieneguenses.